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La violencia intra muro



La mayoría de las audiencias que se realizan en la Justicia piquense tienen como eje a la violencia de género, ya sea en violaciones, abusos sexuales simples, lesiones, daños, incendios, amenazas… Es decir, la violencia en la sociedad se da mayoritariamente “puertas adentro”. Y eso también es inseguridad. 


Si bien no hay estadística al respecto, porque las causas de lesiones, daños, amenazas no se discriminan en relación a quién se perjudicó, se puede afirmar que las mujeres son las principales víctimas en los hechos delictivos de hoy.

Sin ir más lejos, las dos únicas audiencias que se realizaron ayer tuvieron a una niña y a una mujer y sus hijos como perjudicadas. Los mismos empleados de Tribunales reconocen que los delitos por abuso sexual y violencia de género han superado a los de robos, hurtos y demás hechos que históricamente se dieron en mayor cantidad.

¿Qué pasa? ¿Se denuncia lo que antes no se denunciaba porque había “que lavar los trapos sucios en casa”? ¿O hay cada vez más casos? Quizás las dos respuestas sean correctas. Lo cierto es que en una sociedad donde algunas cuestiones patriarcales van cayendo, en una sociedad que está en un tiempo de bisagra, la violencia intra muro es la  que predomina.

Caen dogmas culturales como creer que el hombre tiene derecho sobre el cuerpo de la mujer, que no puede emocionarse ni jugar como niño con sus niños y sus nietos, que debe sostener la familia…

Caen ideas como que la mujer debe sacrificar todo por la familia, y ser  siempre y solo el apoyo del hombre…

Comienzan a surgir nuevas formas de relación entre hombre y mujer, más cercanas a la complementariedad, al acompañamiento mutuo, al tener cada uno sus espacios y poder desarrollarse personalmente, al compartir responsabilidades, al permitirse expresiones sensibles…

Muchas cosas van cambiando, pero la violencia intra muro que se ventila en Tribunales cada semana muestra aún formas culturales retrógadas, que producen sufrimiento.

Como aquella de la sumisión de la mujer por el hombre, que permite los golpes, las amenazas, el “no servís para nada”…

Como esa estructura de pensamiento por la cual el hombre se cree dueño de los cuerpos femeninos y por ello abusa y viola… niñas, niños, adolescentes o a su propia mujer en su propia cama.

Sin embargo, cuando se habla de inseguridad, de violencia, aún la mayoría de la gente piensa en el “chorro”, el “falopero”, el violento que entra a un negocio. Pocas veces se pone la mirada en las miles de niñas y mujeres que sufren algún tipo de violencia..

Es un tiempo bisagra para profundos cambios culturales que evitarán tanto sufrimiento. Se puede caminar hacia una sociedad con menos desigualdades entre hombres y mujeres, con respeto a las diferencias que hay entre géneros, o bien se puede retroceder a tradiciones culturales funestas que marcaron generaciones viviendo bajo la violencia intra muro.