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De profesión: PAYASOS



Estudiaron cinco años en Buenos Aires, en una escuela privada de clown y mimo, hoy viven de su profesión: payasos. Son Luciano Rogero (Sovaco) y Julián Martín (Zoquete), quienes junto a Hernán Medina (Nan de Alquimio Espectáculos) divierten en teatros, plazas, casamientos, fiestas y en todo lugar donde se los convoque. Eligieron para vivir la profesión de payasos.


Cuando terminaron el secundario les dijeron a sus padres que quedrían seguir estudiando en Buenos Aires una carrera que duraba 5 años. No era abogacía, ni medicina ni arquitectura, era la carrera de payaso. ¡Con lo que cuesta mantener a un hijo estudiando afuera! ¡Y más cuando se trata de una institución privada con una alta cuota mensual! Pero los convencieron. Es que “el arte es un arma cargada de futuro”, les dijeron tomando prestada una frase de una película.

Y el futuro llegó ahí nomás. Los chicos se reciben de sus estudios superiores y a veces entrar al ámbito laboral es un desafío complicado y hasta insalvable muchas veces. Pero los egresados de la escuela de mimo y teatro Roberto Escobar e Igon Lerchundi  y de la Escuela Nacional de payasos Fogonazo con Daniel Lareo, se hicieron su lugar en General Pico, su ciudad natal y hoy viven de su trabajo.

Fueron formados en la escuela pionera en Latinoamérica del arte del mimo y el teatro, por discípulos de Etiene Decroux , creador de la técnico moderna del mimo y compañero de Marcel Marceau.

Más allá de la formación académica, reconocen que las presentaciones callejeras son una fuente de inspiración importante y de comunicación cercana con los espectadores que permiten mejorar el trabajo día a día.

No les queda demasiado tiempo para volver a las plazas como antaño, actuar frente a un improvisado público y luego pasar la gorra, pero prometen volver cuando el clima y sus compromisos artísticos lo permitan.

La conexión entre los tres es fundamental a la hora de brindar un espectáculo, reconocen. Y manejar las mismas técnicas actorales y de improvisación. La formación, el entendimiento mutuo.

“Fue un proceso encontrarnos. Fue un proceso de 8 años. Durante un tiempo nos reencontrábamos cada tanto y hacíamos un espectáculo, cada uno viajó por diferentes lugares hasta que empezamos a hacer algo juntos, cuando el grupo estaba en formación. Y nos planteamos vivir de esto”, explicaron. 

Presentaciones aquí y allá,  y clases grupales son su fuente laboral. “No nos olvidamos de dónde surgió todo, la gente en la calles nos sigue dando un montón de fuerza, de empuje. No hay un escenario que separe, aunque generalmente nos bajamos y nos mezclamos entre la gente, pero estar en la plaza nos nutre”, sintetizaron.

“El arte es un arma cargada de futuro”, es una mítica frase de la película Noviembre. Estos tres jóvenes nunca dudaron de ello. Y lo demuestran con su día a día.